Hoy hablaré
de un tema que Mercedes Gallego tocó en un post de Facebook en el que hacía referencia a un
artículo acerca de lo que piensa el editor Constantino Bértolo:
«Aunque ya lo sabemos, no está de más añadir que entre nosotros también hay una pequeña forma de corrupción emocional. Vamos diciendo las bondades de todo el mundo y ninguno (yo tampoco) nos atrevemos a denunciar los infinitos bodrios que pueblan Amazon. Todos, (yo también) nos escudamos en que solo opinamos de lo que nos gusta para no hacer daño, pero en realidad es que encajamos mal el que nos odien y, por qué no decirlo, tenemos miedo de posibles revanchas. Vamos, que la corrupción es consustancial al espíritu humano». M. Gallego.
Estoy de
acuerdo. Mercedes siempre se destaca por tener los pies bien puestos sobre la
tierra. Yo añadiría algo más:
No se trata solo de dejar de opinar acerca de
los malos libros, o comentar eligiendo los buenos.
Ya hace
tiempo no comento en Amazon. No por temor a las represalias, como indicaban
algunas personas en el post de Mercedes, porque no sé qué represalia podría
tomar contra mí el escritor que reciba mi opinión. Es porque no sucede nada. Si
pongo una estrella a una novela es porque el libro está tan mal que con
seguridad no lo habré terminado de leer. No soy masoquista. Y tampoco me
considero capacitada para criticar un libro ni para indicar cuántas estrellas
merece.
Lo que
dijo Oscar Wilde: «No hay libros malos, solo mal escritos”, puede
ser cierto, eso lo captan los lectores sin necesidad de ser grandes críticos
literarios. Los libros gustan o no gustan. Hay algunos que son «interesantes», pero
el argumento está tan mal planteado que se hace difícil leerlos.
«Un libro que gusta es aquel que se desliza como
la seda, sin nudos, sin que nada sobre ni falte».
Seguramente más de uno leyó lo que acabo de
escribir en rojo y hasta es probable que estuviese de acuerdo.
Pero un libro no puede deslizarse como la
seda. No tiene sentido lógico. Son las palabras que contiene las
que deben deslizarse como la seda.
«Cuando un libro está bien escrito, su narrativa
nos envuelve, nos abstrae del mundo, sus letras se deslizan como la seda y será
imposible dejar de leerlo hasta el final».
Mucho mejor. Requirió de mejor utilización de los términos, mayor descripción y
al mismo tiempo absoluta rotundidad.
El error que señalo es muy frecuente en la
narrativa de los autores. Los correctores no son capaces de «ver» errores
de lógica, de continuidad o de estructura. A lo más, se fijan en la sintaxis,
ortografía y algunas veces en las redundancias. La razón es muy sencilla: la
mayor parte de ellos no son escritores.
Se hace mucho hincapié en que hay muchos
bodrios entre los libros autopublicados. Es probable que tengan mucha razón, y
es más que probable que los que yo escribo estén en la línea de la mediocridad. No
me considero, como lo he afirmado muchas veces, una gran escritora. No estoy
capacitada para emitir críticas, a lo más un comentario razonable, si el libro
me ha parecido a mi juicio, excelente. Pero de lo que sí estoy segura, es de
que la mayoría de los escritores que critican los libros de manera negativa, se
consideran a sí mismos, muy buenos.
Es difícil ser objetivo con uno mismo, y cuando
las críticas provienen de escritores amigos, generalmente no es muy confiable.
O tienden a ser demasiado halagüeñas o pueden ser mortalmente «honestas». Mis libros han sido criticados por escritores
cuyos libros según mi opinión están mal escritos. Pero no por ello me
ofendo, aunque tengo la creencia de que el escritor que se atreve a poner
un comentario a otro autor dando recomendaciones, lo hace más para figurar que
por el deseo de servir. Igualmente sucede con algunos lectores que recomiendan
no comprar la novela. Lo deseable sería que ellos dejaran su opinión y el
siguiente lector sabrá si la comprará o no. Nadie tiene que decirle qué debe
hacer.
Según veo el asunto existen dos clases de
escritores: los que escriben por hobby y los que lo hacen porque sienten la
imperativa necesidad de escribir.
En ambos
casos se requiere de un constante aprendizaje y mucha práctica. Porque no por
ser un hobby se debe hacer un mal producto. Y los que se sienten realmente
escritores, deben preocuparse más por sus propios libros. Mejorarlos para hacer de ellos un libro inolvidable y empezar el próximo como si esa fuera su
última oportunidad de escribir. No enfocarse en lo mal que lo hacen los demás. Necesitamos
un poco de cordura y de humildad.
¡Hasta la próxima, amigos!
Blanca Miosi