sábado, 5 de marzo de 2016

Autopublicación: ¿Ingenuidad o ignorancia?

Se necesita ser valiente para publicar de manera independiente. En algunos casos la valentía es consecuencia de la ingenuidad: escritores que están absolutamente convencidos de que su obra es muy buena sin que haya pasado por un lector beta o haya sido revisada por un corrector.

En otros casos esa valentía es dada por la ignorancia, como lo fue en mi caso cuando presenté mi primera novela a una editorial hace ya varios años pensando que había escrito una obra maestra y fue rechazada amablemente con una carta explicativa que abarcaba dos folios, observaciones que no podía comprender porque estaban fuera de mis conocimientos. La editorial era muy importante, tanto que albergaba en sus entrañas a escritores de la talla de Vargas Llosa, Isabel Allende, Gabriel García Márquez entre otros. Pero mi ignorancia o como dijo en una ocasión una amiga, "mi audacia", era de tal magnitud que fui a esa editorial por la simple razón de que me quedaba cerca, sin percatarme de que era probable que mi manuscrito ni siquiera fuese leído. De otra manera jamás se me hubiera ocurrido presentarlo a Alfaguara.

No me arrepiento. Estudié durante varios días la carta de rechazo. Una que según la directora de publicaciones no acostumbraban entregar a los escritores, pero algo debió ver entre líneas en mi novela que se animó a dármela. Tal vez le llamó la atención alguna expresión de mi rostro que indicaba que no entendía nada de lo que me decía. Quién sabe. Lo cierto es que al cabo de algunas semanas logré comprender lo que la carta decía. En resumen: la historia que contaba era excelente. estaba narrada de una manera que no se podía dejar de leer, pero que estaba muy mal escrita.

¿Mal escrita? ¿Por qué? No tenía errores ortográficos, fue lo primero que pensé porque me cuidé muy bien de revisarla. Y sabía que la historia era buena porque la había leído mi esposo, mi hijo, cuatro amigas y todos decían que estaba perfecta. Sin embargo, no podía dejar de lado la opinión de los expertos, y ellos eran los de la editorial.

He sido una lectora de novelas prácticamente desde que aprendí a leer. Leer es mi pasión, pero comprendí que una cosa es leer novelas, muchas, muchas, y otra cosa es ser una escritora, ya no digamos una buena escritora. Leía y releía mi manuscrito y no lograba ver las fallas que los lectores de la editorial habían encontrado. Entonces decidí que tenía que aprender, pero como no tenía tiempo de asistir a talleres de narrativa ni sabía que existían (tal era mi grado de ignorancia), empecé a frecuentar foros literarios en donde leía fragmentos de novela cuentos y textos que posteaban para ser sometidos a la crítica de los participantes. Escribí cuentos, algunos en media hora, tal era mi apuro por enterarme del resultado. Empecé a comprobar que no era nada fácil someter mis escritos al escrutinio de escritores que sabían más que yo. Veían errores que yo jamás hubiera calificado como tales y fui comprendiendo que me faltaba mucho por aprender.

Han transcurrido varios años desde esa primera etapa y todavía hoy siento que me falta mucho por aprender a pesar de los comentarios elogiosos que recibo en ocasiones. A pesar de haber publicado por editoriales de prestigio y a pesar de haber sido catalogada como la escritora que más libros ha vendido hasta el 2015 en Amazon en español. Por eso cuando veo libros a los que les hace falta una revisión exhaustiva publicados en Amazon me entra cierto desasosiego. Y más aún cuando esos mismos libros son promocionados por sus autores como excelentes y comprados con entusiasmo por lectores ávidos de entretenimiento. ¿A quién hacemos daño al publicar mediocridades?  Amazon no tiene la famosa criba editorial, somos los escritores quienes debemos hacernos cargo de la enorme responsabilidad de publicar libros que no solo contengan una bonita historia, sino que estén bien escritos, que el producto que llegue a los lectores los enriquezca, y hasta cierto punto incremente su cultura, no deforme nuestro idioma o emita conceptos equivocados.

Es una responsabilidad que será nuestro legado en estos días en que es tan sencillo publicar. La lectura es un entretenimiento, como lo he dicho en muchas ocasiones, procuremos que sea uno de altura. Será en beneficio de todos y acallaremos las voces que dicen que lo que publican los escritores independientes es de mala calidad, porque nos engloba. Todos caemos en el mismo saco y no es para nada justo. No al menos para los que tratamos de brindar un buen producto.

¡Hasta la próxima, amigos!

2 comentarios:

  1. Hay demasiada obsesión por publicar y poca por pulir lo escrito. Claro, esto último cuesta trabajo. También hay escritores que no leen y se nota. Un artículo muy provechoso.

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Sí, José Antonio, es la realidad. todos quieren publicar y vender mucho porque creen que escriben muy bien.

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